Los desastres de la Educación
Hay que aclarar desde el principio de estas líneas que no hay términos tan opuestos como desastre y educación. Pero el título del artículo parafrasea en cierto modo “Los desastres de la guerra” de Goya, aquellos magníficos grabados que el genial pintor esbozó debido al impacto dela Guerra dela Independencia. Por desgracia, venimos hablando durante meses de la educación como si fuera un terreno lleno de minas, como si fuera una trinchera, cuando debe ser todo lo contrario, porque el ámbito de la educación es el germen de los valores, es el huerto de la nueva sociedad. Sin embargo, últimamente parece que el vergel de los valores del conocimiento ha sufrido la mayor de las plagas y que difícilmente dará los frutos necesarios.
En este curso académico se ha cercenado de raíz gran parte de esos frutos que iban creciendo, con pausa, con calma, como cuando en un terreno baldío crece una encina solitaria. Todo esto podría ser palabrería, sino estuviera argumentada con todos los datos posibles en número de profesores que están en el paro, profesores en activo que sufren maratonianas sesiones de trabajo de exhausta tarea, familias que ven que sus hijos no tienen las instalaciones educativas necesarias. Pero es en nuestras zonas rurales o falsamente urbanas es donde se notan más esas carencias, porque se aplican los criterios de rentabilidad y lucro de la empresa privada. Todos deseamos que si no hay dinero para el presupuesto en educación que lo digan claramente y que indiquen en qué partidas hay que recortar, que pongan los datos a disposición de la comunidad educativa, que busquen formas de financiación, pero sobre todo pediríamos que no desmantelaran la educación pública. Solo nos gustaría que los políticos pensaran eso tan repetido por ser cierto de que “la educación no es un gasto, es una inversión”.
José Luis Real