El pobre y la política
El pobre y la política
El pobre, el desposeído, el obrero, ha sido el gran político del siglo XX, el artífice de las grandes conquistas, el gran gen de presión de los parlamentos reaccionarios y asesinos de principios del siglo XX, y el revolucionario, el militante de la calle, el campesino; ahora, es el que no colabora en la movilización, no colabora porque sencillamente no puede, no puede coger el metro o el autobús para ir desde los barrios periféricos de la ciudad, donde él vive, hasta el centro de la misma para acudir a una manifestación, no se puede afiliar a un sindicato, dado que trabaja en la precariedad, y en trabajos a tiempo parcial, en los que si te sindicas, sencillamente, no trabajas, son ese 25% de población que vive en riesgo de pobreza que sale -raro es el día- en los telediarios nacionales, y que representa a nada más y nada menos que a 12 millones de personas.
Esas personas no piensan en movilizarse ni en salir a la calle, a esa manifestación que más que a ningún otro les representa a ellos, sino en dar de comer a sus hijos, en sacar dinero de donde no hay, no para vivir, sino sencillamente para sobrevivir día a día. Todavía existe la solidaridad, para mí no es solidaridad, es caridad, y hace que cualquiera se sienta marginado, excluido socialmente y todavía la sociedad no se da cuenta de ello, la culpa de ser pobre no es del pobre, la culpa es del que nunca fue pobre, y nunca pasará ninguna necesidad, la culpa de que a mucha gente le queden veinte, treinta euros para llegar hasta el día diez, –contando desde la fecha en el que sale o recibe este periódico- suponiendo que ese día cobre algún subsidio, o como muchos, sencillamente no reciba nada, es del rico, al que de toda la vida se le ha llamado burgués.
Muchos me dicen que cuantos menos medios económicos tenga una persona, menos se preocupará, a la par, de salir a la calle y luchar, y la historia nos demuestra lo contrario, los que menos o nada tenían que perder eran los que más luchaban, pero durante decenios estos pobres han actuado bajo un mismo fin, hoy prácticamente perdido, la conciencia de clase, tan repetida en los antiguos mítines de los partidos obreros, ahora apenas se exhala por las bocas de los que se hacen, y nos hacemos llamar de izquierdas, somos clase baja, alta, media, media, la cruz de la izquierda, que la creó y le dio nombre, en los años 80, la por aquel entonces llamada “izquierda”; pero sí, claro que la hubo, seguía siendo la mayoría social del proletariado, aburguesado y engañado, ahora que todo lo que le dieron y en parte consiguió, está siendo destruido, la antigua clase media sale a la calle, o parece ser así, desde los nuevos barrios obreros, los que antaño fueron de clase media.
Adrián Ruiz Nait-Omar