El día que decidimos ponernos en serio
El día que decidimos ponernos en serio
1. Uno de los mayores problemas para que en España se puedan hacer políticas que favorezcan a la ciudadanía y no al 1% más rico es que la propiedad de la inmesa mayoría de los medios de comunicación está en manos de los bancos. PP y PSOE han seguido siempre una política económica muy similar, al margen de los desencuentros que hayan ido escenificando. Una política de la que ahora vemos los resultados en forma de paro, precariedad y destrucción del Estado de bienestar, pero que encuentra muchos altavoces para su defensa constante (televisiones, editoriales, fundaciones, empresas, tertulianos, periódicos, etcétera).
2. Sigamos. Por ir más allá del caso concreto de España. En un artículo reciente, el sociólogo Boaventura de Sousa Santos describe la situación que estamos viviendo ahora como un dilema entre «Capitalismo o democracia». Y dice Santos en el párrafo que cierra el artículo: «Así sucedió hasta que el engaño de las soluciones ficticias llegó a su fin, en 2008, y se esclareció quién había ganado el conflicto distributivo: el capital. ¿La prueba? El repunte de las desigualdades sociales y el asalto final a las expectativas de vida digna de la mayoría (los ciudadanos) para garantizar las expectativas de rentabilidad de la minoría (el capital financiero). La democracia perdió la batalla y solamente puede evitar perder la guerra si las mayorías pierden el miedo, se revuelven dentro y fuera de las instituciones y fuerzan al capital a volver a tener miedo, como sucedió hace sesenta años».
3. El momento actual tiene algo de laboratorio. De recordar lo bueno de lo viejo, y apostar por una nueva cultura política que haga que salgamos de este pantano donde o no hacemos nada y nos dejamos llevar, o lo hacemos y el PODER nos mira con un aire de relajación y suficiencia. Donde a veces parece que hay dos grupos de personas: las que tienen conocimientos y medios pero los usan sólo «para salvar su culo» (como si eso fuera posible a medio plazo), y las que se pierden en la impotencia, la apatía o la autodestrucción. Todos los que no nos sintamos representados por estos dos grupos deberíamos ponernos a hacer algo «en serio».
4. Como ya llevamos varios goles en contra, pensemos al menos en tres actitudes y comencemos el camino: seamos generosos, humildes, recuperemos palabras como fraternidad, hablemos. Pensemos a qué nos podemos sumar. La relación de fuerzas cambiará el día en que la gente compatible con la diversidad haga buena política, el día que demostremos que hay otra manera de vivir. Ya no hay excusas, nos están arrasando.
Javier Manzano Fijó